Así actúan los grupos de grafiteros en los trenes de la línea Sarmiento
El Ministerio del Interior y Transpore difundió las imágenes captadas en diciembre pasado por las cámaras de seguridad en la estación Paso del Rey
Control social, video-vigilancia y redes digitales.
25 Marzo, 2009 | Segurinfo 2009 Sonría, un software lo está filmando | |
La video vigilancia ya fue, ahora se viene la “video seguridad inteligente”. La afirmación subyace en una propuesta que parte desde el Gobierno nacional para tratar de responder a la demanda de mayor seguridad que aparece en encuestas de opinión pública en sectores urbanos de Buenos Aires y sus alrededores, un reclamo que se exacerba a través de los medios y de figuras como Susana Giménez, Sandro y Cacho Castaña. Luego de una prueba piloto realizada durante nueve meses en la zona norte de la Capital Federal, el Ministerio de Justicia se apresta a replicar esta experiencia al resto de los barrios porteños. Según las estimaciones oficiales, a más tardar en 2010 habrá unas 300 cámaras que vigilarán las calles y las avenidas de Buenos Aires. La video vigilancia y la video seguridad inteligente tiene algunos puntos en común: Ambas se basan en cámaras fijas o móviles de seguridad. Pero la video vigilancia obliga al monitoreo permanente de las imágenes por parte de policías o empleados de empresas de seguridad, con un margen de error considerable por cansancio visual. El nivel de atención de un vigilador ante sólo dos monitores decae mucho a partir de los 20 minutos. Hay varios ejemplos de video vigilancia. Uno de ellos es la oficina de la Prefectura Naval Argentina en Puerto Madero, donde un grupo de empleados ven monitores donde se reproducen imágenes tomadas por cámaras instaladas en todo ese barrio de Buenos Aires, tratando de descubrir algún robo o accidente. “Es casi lo mismo que la vigilancia de un country”, según la definición del director general de Gestión Informática del Ministerio de Justicia, Eduardo Thill. Otro ejemplo viene del lado del cine, con la película Sliver, donde Sharon Stone es espiada por una multitud de cámaras en un edificio en Nueva York donde suceden misteriosos crímenes. En cambio, la “video seguridad inteligente”, como la denomina Thill, se basa en el análisis de la imagen captada por las cámaras a través de aplicaciones informáticas, que generan alertas automáticos cuando sucede algo fuera de los patrones bajo los cuales fueron configurados y programados. El funcionario mostró diversas aplicaciones de este sistema en la última edición del congreso Segurinfo, organizado por la asociación Usuaria, el 19 de marzo, en Buenos Aires. En ese escenario, explicó cómo funciona esta especie de "Gran Hermano" que está en marcha desde mediados de 2008 en los barrios porteños de Núñez y Saavedra, donde el ministerio realiza una prueba piloto junto a la empresa Telecom. Gracias a la experiencia satisfactoria (“muy nutritiva”, dijo Thill) del ensayo, en cuanto a su funcionamiento, la cartera que encabeza Aníbal Fernández prepara una licitación pública para replicar la prueba en las 53 comisarías porteñas, donde ya está el espacio previsto para colocar los servidores y las computadoras y los monitores. "La idea es tenerlo operativo (al sistema) en 2010", vaticinó. En la licitación los participantes podrán ofrecerse para dar la infraestructura y los servicios de todo el proyecto o de una parte. “Nos van a venir a ver desde los que fabrican una camarita web hasta que los arman una Ferrari”, reconoció el funcionario. “La mejor oferta será la que cumpla con los objetivos que estamos pidiendo. No nos sirven experiencias de otros países”, afirmó. Convergencia La “video seguridad inteligente”, es un ejemplo de la convergencia de las tecnologías de la información y de la comunicación. A través de redes basadas en los protocolos de Internet (IP), hoy de fibra óptica y en el futuro inalámbricas bajo Wi-Fi y WiMAX, se interconectan cámaras fijas y de tipo domo que permiten captar imágenes en alta resolución y con largo alcance visual, a razón de 25 a 30 imágenes por segundo, con servidores alojados en la comisaría de la zona y en el control ubicado en el Departamento Central de la Policía Federal. En esas dependencias policiales las imágenes se reproducen en monitores y son analizadas en tiempo real por programas informáticos. Luego de 15 días de permanecer alojadas en la comisaría, las imágenes serán descargadas para su archivo en el Departamento Central. Zonas peligrosas César Dergarabedian |
“En promedio, una persona de clase media o media alta pasa al menos entre 50 y 80 veces por delante de una cámara de seguridad en un día común”, mensura Guillermo Pierazzoli, presidente de Tao IT, empresa que comercializa sistemas de seguridad. No es muy difícil imaginarlo: diseminadas en shoppings, estaciones de servicio, en la oficina, en el subte, el tren, el banco o el supermercado, ya casi no existe lugar donde no las haya.
Según la Cámara Argentina de Seguridad Electrónica (Casel), en la Ciudad hay unos 250 mil equipos de vigilancia privados y todos los años se instalan 20 mil más. Es una industria que crece un 15% cada 12 meses. “La principal razón del incremento es la inseguridad”, explica Eduardo Capelo, presidente de Casel, y aclara que la baja de los precios y el avance de la tecnología también ayudan.
“Hace 10 años había menos del 10% de las que existen hoy”, ilustró. Según cifras de Casel, con US$ 4.000 promedio, cualquier comerciante puede montar un sistema de circuito cerrado de TV propio y grabar digitalmente todos los movimientos de sus clientes.
En la calle. Este Gran Hermano porteño no sólo opera en el ámbito privado; el Gobierno de la Ciudad cuenta con un sistema de cámaras propio en parques y estaciones de tren. Según datos del Ministerio de Seguridad hay en total 60 cámaras que se erigen sobre 14 plazas (Plaza Francia, Irlanda, etc.) que toman imágenes las 24 horas a miles de personas. Son almacenadas digitalmente y registradas desde una sala de operaciones en Corrientes y Malabia, donde después de 30 días, se borran.
Si bien la Comuna tiene la obligación de avisar que uno está siendo filmado –hay carteles oficiales– la próxima vez que almuerce en alguna plaza céntrica, sentado en un banquito, ¿no lo desvelará la idea de que alguno de los cinco operadores que controlan las cámaras podría estar mirando lo que hace?
El plan de Macri es intensificar el control y por eso fuentes de Seguridad estiman que antes de fin de año implementarán 70 nuevos equipos en al menos treinta plazas y en otros lugares “clave”, en busca de mayor control. La Policía Federal y las autopistas también cuentan con decenas de equipos de seguridad en lugares estratégicos.
Menos caos vial. La Dirección de Tránsito porteña es otro caso: tiene 32 cámaras en las principales arterias de Capital destinadas a advertir r y encauzar cualquier problema. Con el zoom pueden ver la patente de cualquier infractor y hasta “meterse” en el habitáculo del rodado, siempre y cuando está a una distancia considerable.
Este videocontrol se masifica cada vez más en el ámbito privado. Por ejemplo, el 62% de los 1.600 supermercados chinos de la Ciudad tiene al menos cuatro cámaras y los grandes, como los de microcentro, hasta diez. Todas las imágenes, desde los movimientos en el depósito hasta la elección de una marca de mermelada, quedan registradas en los archivos digitales por 15 días. La Cámara de Supermercados Chinos (Casrech) confió que estudian crear antes de fin de año un sistema centralizado de monitoreo para todos los supermercados, una especie de Gran Hermano común a todos los alamacenes orientales.
La evolución de las nuevas tecnologías de procesamiento de imágenes también ayudó a impulsar las ventas. “La videovigilancia tuvo un crecimiento exponencial en los últimos años por la versatilidad de sus prestaciones. El desarrollo de nuevo software que detecta desde movimientos de objetos y personas hasta la cara de los conductores de vehículos estacionados ayudó a que hoy se puedan generar alertas en tiempo real”, explica Walter D’Abrantes, gerente de Consultoría de EMC. Hoy un sistema puede avisar al operador si alguien dejó un objeto durante mucho tiempo en el piso (una bomba, por ejemplo) o reconocer la cara de un ladrón.
Por eso, los bancos fueron uno de los primeros en sumarse. En cada uno de los 800 que hay en Capital operan unas cinco o seis cámaras de seguridad. Como mínimo. El Banco Central obliga a que las haya en la entrada, en la bóveda, una por cada caja, en el lobby y en los cajeros automáticos. Con respecto a estos últimos, los 2.100 que hay poseen un sistema que filma digitalmente el rostro de cada persona que los pone en funcionamiento.
Críticas. Uno de los principales focos de preocupación de algunos legisladores es que no hay un organismo que controle la instalación y regule la videovigilancia en todo sentido. En 2006 Pablo Failde, de Autonomía con Igualdad (kirchnerista), presentó un proyecto de ley para reglamentar el uso de cámaras en la comuna. Finalmente el Poder Ejecutivo lo aprobó en 2007, pero vetó tres artículos clave, lo que circunscribió su aplicación sólo al ámbito público, por lo que hoy nadie controla el uso privado de cámaras de seguridad en la Ciudad. Y las que funcionan en la órbita del Gobierno tampoco están articuladas y reguladas por un único organismo. “No hay un registro centralizado sobre la cantidad de cámaras que hay en la Ciudad. Debería crearse”, explicó el legislador en referencia a la falta de coordinación entre los ministerios que hoy toman imágenes.
Mientras tanto, cada día se instalan 55 nuevas cámaras, ya casi en cualquier lado. Un referente de la industria se permitió bromear: “En el único lugar donde hoy no te filman es el baño, y hasta por ahí nomás...”.
Puerto Madero, el barrio más seguro
Es el barrio más nuevo y pujante de la ciudad, y el de mayor desarrollo; un ícono de modernidad y estatus social. Y es también el más vigilado.
Su particular ubicación determina que la seguridad de Puerto Madero esté bajo la órbita de la Prefectura Naval, responsable por la integridad de bienes y personas. Los vecinos permanentes, los que allí trabajan y hasta los turistas que lo visitan, coinciden en que es “muy seguro”, calificación que ningún otro barrio porteño alcanza. Más allá de los dinámicos puestos de control de Prefectura, Puerto Madero concentra casi la mitad de las cámaras de seguridad públicas –aquellas que controlan, por ejemplo, parques y plazas y no el tránsito– que hay en la Ciudad: suma 27, mientras que el Gobierno porteño dispone de 60. Pero hay más ojos electrónicos. Muchos más.
A las ya mencionadas hay que sumar cientos de cámaras que controlan el paisaje y a la gente desde locales comerciales, restaurantes, bancos, entradas y terrazas de edificios. Se sabe que la concentración es la más alta del país, aunque ninguna fuente consultada definió cantidad y ubicación. “Preferimos no decirlo por razones de seguridad”, dicen."
El comando central de la Prefectura en Puerto Madero no tiene nada que envidiarle al ojo de Gran Hermano. Hay cinco plasmas de 32 pulgadas y ocho monitores LCD. Desde las flechas de los teclados, cinco operadores desplazan cámaras por cada rincón de las 190 hectáreas del barrio.
Todos aquellos que ponen un pie más allá de las avenida Madero y Huergo, son parte de ese reality show de la seguridad que se rueda en la zona. La señora con el carrito, el joven de la moto, el conductor del auto con vidrios polarizados pueden ser vistos en primer plano en tiempo real, desde un ojo que mira sin ser visto.
El sistema de seguridad comenzó a funcionar en agosto pasado, aunque oficialmente fue inaugurado a fines de 2006. Las 23 cámaras inalámbricas, desde lugares estratégicos de hasta 150 metros de altura, ofrecen imágenes que giran 360 grados y se pueden ampliar hasta el mínimo detalle.
El subprefecto Eduardo Urriaga es el jefe de la sala de monitoreo. El 11 de agosto último, uno de los uniformados que estaba de turno, detectó que había una bicicleta de delivery en el paredón del Faena Hotel. Le llamó la atención, sobre todo, en una cuadra en la que no hay negocios ni viviendas. ¿A quién le llevaba pizza?
El joven repartidor se arrimó a un auto negro, rompió el vidrio y sacó el estéreo y lo guardó en la caja trasera de la bicicleta, como si fuera una de muzzarela con jamón y morrones. Y todo ello ocurrió en sólo 32 segundos, según delata la pantalla que maneja Urriaga, en el vidriado comando, en Macacha Güemes y Alicia Moreau de Justo.
El operador siguió sus movimientos con varias cámaras y dio aviso inmediato a los efectivos que estaban en la calle. Al cabo de unos segundos y tras una persecución que también pudo verse en el video, se detuvo al falso repartidor que resultó ser una adolescente de 17 años, que llevaba otros dos estéreos robados.
Mediante las cámaras se descubre el modus operandi que tienen delincuentes que operan en la zona. "Desde entonces, bajó mucho la cantidad de delitos, así como también la cantidad de denuncias", explica René Reibel, jefe de seguridad en la zona.
Ocurre que las cámaras no sólo lo ven todo. Sino que todo lo que en ellas ven se graba y se archiva. El material sirve para detectar falsas denuncias. Un caso típico es el del robo de celulares, explica Urriaga. Cada vez que sale un modelo nuevo, muchas personas que tienen contratado el seguro contra robo acuden a la Prefectura para denunciar el hurto del equipo y conseguir que la empresa les reponga el equipo. La denuncia en la Prefectura es gratuita.
"Cuando una persona viene a denunciar un robo, le preguntamos dónde estaba, qué día y a qué hora. Entonces le mostramos el video de esas coordenadas. Si mintió, todo se descubre", dice Reibel.
Mediante el mismo procedimiento también se pudieron detectar falsas denuncias en accidentes de tránsito. La cámara muestra a un taxista que giró en U en Juana Manso y que, en la maniobra, chocó contra otro taxi. Los dos conductores se pusieron de acuerdo y, cuando llegaron, en la Prefectura los estaban esperando con el video.
Los responsables de esta fuerza dicen que no llevan estadísticas, pero aclaran que los delitos "no son tantos". No pueden establecer un promedio de cuántos hechos en los que deben intervenir se detectan a diario.
Uno de los videos muestra a dos motociclistas en actitud sospechosa, haciendo tiempo. De pronto, dos hombres salen detrás del dique, entre gritos de una pareja de ciudadanos suecos. Le arrebatan la cartera y el reloj, se suben a las motos y se fugan. A estos delincuentes no lograron detenerlos, pero el video sirvió para detectar la metodología. Desde entonces, explica Urriaga, se retuvieron unas 900 motos por falta de documentación.
Los hechos registrados son variados, por ejemplo que dó grabado cuando un hombre, a la medianoche del sábado previo al día de la madre, cortó todas las rosas de la plaza Bastida. Lo detuvieron con dos bolsas llenas. Hasta una parejita de tórtolos que fue despojada de sus zapatillas y billeteras. El video incluye la persecución del asaltante y su detención.
Varias situaciones insólitas fueron protagonizadas por cartoneros. Por ejemplo, en las cercanías de Opera Bay, uno de ellos ingresó en una obra en construcción y sacó tres tirantes y los cargó en el carro. En otro video, tomado a las 4 de la mañana, se ve a dos cartoneros que cargan una máquina para cortar hierros de otra obra y la meten en el carro, la camuflan con una madera y un balde. A todos, el rigor de la ley les cayó a los pocos pasos, en vivo y en directo.
Los accidentes también activan el alerta. El 2 de noviembre último, las cámaras captaron un choque en Aymé Paymé y Encarnación Ezcurra. En uno de los autos iba el conductor de televisión Marcelo Polino. Tras el impacto, dos de los ocupantes que iban en el asiento trasero del otro vehículo, bajaron, se mezclaron entre la gente y se dispersaron. El operador de la cámara alertó a los efectivos, que detuvieron a los dos sujetos. Llevaban dos estéreos y venían de cometer un asalto en Quilmes.
Por Evangelina Himitian