jueves, 6 de marzo de 2008

Concepto: Panóptico Audiovisual

En una tesis antropológica, Santiago Álvarez y otros profesionales, en el año 2006 se consultaban:
“¿Podríamos considerar a las nuevas tecnologías de vigilancia en términos Foucaultianos como una forma de panoptismo? La observación y el control con cámaras y otros dispositivos tecnológicos podría ser entendida como una tecnología de poder para resolver problemas de vigilancia, en este caso, en espacios urbanos, o privados”.

En la actualidad, gracias a los avances de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, se han roto las barreras arquitectónicas y geográficas. El encierro que se exigía en el Panóptico de Bentham, hoy no es necesario. El viejo esquema simple del encierro y de la clausura –del muro grueso, de la puerta sólida que impiden entrar o salir-, es sustituido por el cálculo de las aberturas, de los permisos sociales. Ya no es el control que recae sobre quien se encuentra encerrado por un fin o precepto social, sino el monitoreo de todo aquel presente en cualquier espacio, ejerciendo alguna actividad, o sin ningún fin particular salvo el ocio o esparcimiento.

“Las nuevas tecnologías de videocámaras ofrecen la omnisciencia real y no fingida (Godina Herrera, 2006, click aquí para ver el artículo). Así es como la vigilancia mediante cámaras ha permitido extender electrónicamente la tecnología panóptica y cambiar la manera en que percibimos el espacio social” (Alvarez, S; Brunatti, O; Varela C; 2006, p. 3). Incluso, hoy día se lleva a cabo un tipo de vigilancia que fue imaginada por Bentham, pero que por problemas tecnológicos no pudo ser llevada a cabo en su primer modelo: la vigilancia sonora o auditiva. La idea original para realizar esta observación era por medio de tubos que unían la celda a la torre central. Se abandonó ese propósito, quizás porque en aquel tiempo no se podía introducir la asimetría auditiva e impedir a los presos oír al vigilante como el guarda los oía a ellos. Hoy cualquier micrófono trasgrede ese inconveniente, y la práctica es incorporada sin traba alguna más que por normas legales de invasión a la intimidad, según el propósito, ubicación y uso que se le da a los dispositivos.

La diferencia reside en que este nuevo Panóptico Audiovisual está descentralizado. En sí, muchos ciudadanos no profesionales tienen a su alcance la posibilidad de desarrollar sistemas de vigilancia por mano propia mediante el uso de videocámaras y otras herramientas tecnológicas. De este modo el inspector de la torre es intercambiado por una multiplicidad de individuos o dispositivos que pueden actuar conjunta o competitivamente (Alvarez, S; Brunatti, O; Varela C (2006). La figura del vigilador, recurso humano imprescindible en cada locación de vigilancia, es reemplazado ahora por mecanismos electrónicos cuyas características de tamaño y peso ofrecen la posibilidad de ubicarse en lugares estratégicos, como techos de edificios, esquinas, etcétera.. Las cámaras, de esta manera sustituyen a la figura humana presente que recibe información continuamente. Cada cámara es un ojo que ve en todo momento, que no pestañea. La información se refleja y reproduce en monitores, y, a su vez, se registra todo el material audiovisual en un disco rígido. Todos los archivos registrados representan un grado de verdad, de lo que ocurrió o dejó de ocurrir.

Igualmente, no obstante a los avances tecnológicos, que reducen la necesidad de la asistencia física en cada lugar a ser observado, sigue siendo imprescindible la interacción humana, ya que es imperativa la persona que traduzca las situaciones desarrolladas, que califique la información como apta o no permitida, para su intervención. De aquí se desprende no sólo la necesidad del ser humano como controlador de los sistemas de prevención, sino también se hacen imprescindibles los códigos deontológicos que respeten el buen tratamiento y manejo de la información. Si bien lo registrado por las cámaras es completamente cierto, está implícito en el deber de quién vigila, el buen uso del material audiovisual. En ello se incluye la no ocultación de información, ya que, por ejemplo, una muestra parcial de alguna situación es similar a una edición de la verdad, lo que puede ser traducido como una verdad a medias. Definitivamente el buen uso de los sistemas hace su eficacia y efectividad en pos de la verdad.

Asimismo, Bentham marcó el principio de que el poder panóptico debía ser visible e inverificable. Visible, porque el detenido tendrá sin cesar ante los ojos la elevada silueta de la torre central de donde es espiado –la cámara de vigilancia en nuestra era-; inverificable: El detenido no debe saber jamás si en aquel momento se le mira; pero debe estar seguro de que siempre puede ser mirado. El Panóptico es una máquina de disociar la pareja “ver - ser visto”: en el anillo periférico, se es totalmente visto, sin ver jamás; en la torre central, se ve todo, sin ser visto. Para Foucault, la tecnología panóptica funciona sobre la base de la ilusión de una vigilancia permanente. Es así que no resulta necesario que los prisioneros sean vigilados de manera contínua; los cuerpos son disciplinados en la medida en que los prisioneros –ante la posibilidad de estar siendo observados y pudiéndoseles aplicar castigos por cualquier trasgresión- interiorizan las normas para evitar el ejercicio real de la sanción. Para Foucault el panóptico de Bentham consistía en una tecnología política que induce al sujeto a un estado de conciencia y visibilidad permanente que asegura el funcionamiento automático del poder. Con el sistema de video-vigilancia, la cámara presenta la misma dicotomía, se encuentra visible, y a su vez, para quien es objeto de observación, es inverificable saber que está siendo supervisado. En cada una de sus aplicaciones de vigilancia, se permite perfeccionar el ejercicio del poder. Y se admite de varias maneras; porque puede reducir el número de los que lo ejercen, a la vez que multiplica el número de aquellos sobre quienes es ejercido. Porque permite intervenir a cada instante y la presión constante actúa antes de que las faltas, los errores, o los delitos se cometan. Porque, en estas condiciones, su fuerza estriba en no intervenir jamás, en ejercerse espontáneamente y sin ruido, en constituir un mecanismo cuyos efectos se encadenan los unos a los otros. Por ello la presencia de las cámaras ya es factor de control –aunque sea inverificable que se encuentren en funcionamiento o que haya alguien que controle la información que transmite-.

La presencia de las cámaras de vigilancia, su posible monitoreo constante y su poder de establecer la buena conducta contrapuesta a la no deseable, hace que el sistema privado y público utilice los sistemas de video-vigilancia como evolución del Panóptico, llegando a un modelo contemporáneo de Panóptico Audiovisual. Este nuevo modelo respeta a su vez, los principios disciplinarios propuestos por Foucault, de: a) espacialización, donde gracias a las cámaras de vigilancia, es posible encontrar a las personas, identificarlas, y analizar qué tiempo de permanencia tiene esa persona en ese lugar, cuantas veces ingresa a un sector, que rutina maneja, con quien socializa, etc.; b) control de la actividad minuto a minuto, ya que el monitoreo constante de las cámaras de vigilancia sirven para verificar que la tarea u ocupación que se supone debe ser realizada se haga efectiva, que no hayan tiempos muertos, y que cada quién haga lo que le corresponde hacer, cuánto tiempo tarda en hacer algo, que cantidad de tiempo utiliza para realizar otras cosas, etc.; c) jerarquías representativas: en el Panóptico audiovisual quien tiene acceso a la información, ejerce el poder de controlar a los niveles de inferior jerarquía, quienes son objetos del ojo vigilador; y d) la normalización de juicios, donde todos los vigilados en determinados lugares son sujetos al mismo carácter normalizador.

Así como originalmente desde la torre central, el director podía espiar a todos los empleados que tiene a sus órdenes: enfermeros, médicos, contramaestres, maestros, guardianes; hoy es posible también juzgarlos continuamente, modificar su conducta, imponerles los métodos que se estimen mejores para su eficiencia, gracias al nuevo modelo Panóptico audiovisual, donde el control es mayor gracias a la incorporación de varios aparatos tecnológicos, como dispositivos que registren audio y video en sincronía unilateral, sin feedback, y sin que el individuo vigilado tenga la certeza de que está siendo registrado en ese preciso instante, pero que sepa que puede serlo continuamente. La delimitación de la discreción e indiscreción panóptica es también un foco en cuestión. Este nuevo paradigma Panóptico Audiovisual es, al igual que su versión original arquitectónica, absolutamente indiscreto, ya que está por doquier y siempre alerta, no deja en principio ninguna zona de sombra y controla sin cesar a aquellos mismos que están encargados de controlarlo; y absolutamente discreto, por funcionar permanentemente y en buena parte en silencio.

La escritura o registro permanente en los registros de actividades a la cual Foucault hacía referencia, es ya completamente digital y automática. Los archivos son digitales, y no ocupan más que espacio virtual, impensado en el Siglo XVIII, donde el Panóptico tuvo su origen. La calidad de los registros y su rápida clasificación hacen más efectiva la verificación de lo ocurrido en cada instante, por lo que no es necesaria la linealidad o permanente supervisión humana: un operador puede ausentarse de su puesto de vigilancia, y luego verificar que en su ausencia no haya ocurrido nada fuera de lo previsto. Si así fuera, tiene en el registro toda la información crónica requerida para la ejecución de los planes de acción que sean necesarios, y los archivos son pruebas fehacientes que respaldan lo ocurrido.

Pero, ¿Cuál es el común denominador que relaciona el Panóptico de Bentham con este nuevo modelo Panóptico Audiovisual? Su objetivo: “No a la fiesta colectiva, sino a las particiones estrictas; no a las leyes trasgredidas, sino a la penetración del reglamento hasta los más finos detalles de la existencia y por intermedio de una jerarquía completa que garantiza el funcionamiento capilar del poder; no a las máscaras que se ponen y se quitan, sino la asignación a cada cual de su “verdadero” nombre, de su “verdadero” lugar, de su “verdadero” cuerpo y de la “verdadera” enfermedad […]. Por detrás de los dispositivos disciplinarios, se lee la obsesión de los “contagios”, de la peste, de las revueltas, de los crímenes, de la vagancia, de las deserciones, de los individuos que aparecen y desaparecen, viven y mueren en desorden”. (Foucault, 1975, p.201). Se busca linealidad de comportamientos, respeto a las leyes, a los códigos sociales impuestos.

Dentro de los últimos treinta años las comunicaciones han sido protagonistas de grandes desarrollos. El campo de la vigilancia ha sido beneficiado en gran parte gracias a estos avances, ya que los dispositivos tecnológicos ayudan a realizar lo antes impensado: transmisión de información sin demoras ni cables, la posibilidad de comunicarse de un extremo a otro del planeta, y tener un control de todo lo que ocurre en determinados lugares privados o sociales; minuto a minuto, segundo a segundo. Es decir, no solamente los espacios privados tienen un control Panóptico de lo que sucede en sus complejos gracias a los sistemas de video-vigilancia, sino que los ámbitos de libre acceso y transporte públicos ya se encuentran en un nivel intermedio o avanzado de implementación de estos sistemas. A su vez, el sistema de monitoreo y transmisión de dicha información se encuentra en una etapa de instantaneidad, vía satelital, sin límites geográficos ni temporales.

Cotidiano es hoy en día, gracias a la cultura de la globalización y al acceso a las herramientas tecnológicas, que cualquier situación -tanto pública como privada- pueda ser registrada ante cámaras de vigilancia, que alguien tenga el poder de archivar el material obtenido y luego utilizarlo como pruebas testigo en vías legales; o también en los Medios de Comunicación Masivos, como la televisión, o incluso, Internet. “La creciente exposición a las ´cámaras de seguridad´ no se detiene. Se encuentran por todos lados: casas, edificios de departamentos, bancos, supermercados, shoppings, trenes, subtes, comercios, empresas, autopistas y estadios de fútbol. Algunos municipios, como La Plata, Dolores, Lobos y localidades como Córdoba, Neuquén y Mendoza –entre otras- ya han elegido vigilar sus calles con estos sistemas” (Cáffaro, C. 2005).

Los objetivos de cada entidad, pública o privada son, desde una mirada muy prioritaria, los mismos: controlar que no se violen reglas establecidas y otorgar mayor seguridad a la persona que cumpla dichas normas. Es decir, asegurar que las cosas salgan como están previstas. Sin embargo, cada establecimiento, de acuerdo al rubro que pertenezca, tiene a posteriori intenciones más puntuales, metas, fines: en un supermercado, por ejemplo, se busca que no existan robos; en los estadios de fútbol, se intenta reducir la violencia; en los medios de transportes, se busca prevenir accidentes; en un banco, se busca que no ocurran persecuciones ni situaciones que peligren la vida del cliente ni permitan dejar al azar ocasiones fraudulentas o de asalto. Todos recurren a los mismos sistemas de control social: la Video-vigilancia. Similitudes se encuentran también en la administración de la información, su grabación en archivos y reproducción ante ellos mismos, por controles internos, y ante los Medios, según la situación que lo requiera.

Se dice la información es poder. Más importante que la información en sí, es el acceso a dicha información. Lo sumo importante es el uso que se le da a la información, y lo que ésta puede producir. En relación con los medios masivos de comunicación, y con el rol de los profesionales en comunicación, quien cuenta con medios informativos, quien los dirige o tiene influencia en la forma en que se dirigen, tiene un enorme poder sobre el público (Cortina, A. 2004, p. 24-25).

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